Entrevista a Rubén Pérez Trujillano, coordinador de 'Activistas, militantes y propagandistas'
Foto: Carlos Gil
“La historia del republicanismo y, por tanto, de la democracia, no pueden entenderse sin la historia propia de Andalucía”
El joven profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla, Rubén Pérez Trujillano (San Roque, 1991) ha coordinado junto a los profesores Eduardo Higueras y Julián Vadillo Muñoz el libro “Activistas, militantes y propagandistas”, una obra colectiva que rescata las biografías de una veintena de personajes que colaboraron con el esfuerzo republicano desde posiciones heterodoxas.
¿Cómo surge la idea de hacer este libro?
Nació de un encuentro de amigos en un congreso de investigadores. O al revés. No sabría decir qué resulta más exacto. Eduardo Higueras Castañeda y Julián Vadillo Muñoz son ese tipo de personas excepcionales a las que conoces, primero, a través de la solidez de su trabajo académico y la predisposición a la humildad crítica. Un congreso de historia contemporánea celebrado en Albacete fue el pretexto para el encuentro. Cada uno de nosotros había estudiado tradiciones distintas del republicanismo histórico. Eduardo es el mayor conocedor de los entresijos del republicanismo progresista y el socialismo, y Julián no le va a la zaga en cuanto a los puentes existentes entre republicanismo y movimiento obrero, en especial si hablamos del anarquismo. Yo sabía algo del pensamiento constitucional republicano y la cuestión territorial. Así que a la ecuación sólo le faltaba una cosa: nuestro gusto compartido por la historia de lo ausente, de aquello que es abatido cuando emerge, y cierta militancia en pro de las heterodoxias.
La idea la lanzó Eduardo, que es de Cuenca, y le seguimos Julián, que es alcalaíno, y un servidor, que es andaluz. Primó el iberismo [risas].
Se asegura en el prólogo que la colección de personajes no está guiada por el azar ni el capricho. ¿Qué criterios habéis seguido?
Dentro de la selección se ha dado prioridad a personajes que presentaron una singularidad que les hizo destacar en el marco de su tiempo y su espacio. Rasgos que les hicieron desencuadrar. Personajes que, literalmente, se salieron. Esto quiere decir que hay biografías de tránsfugas, de conversos, de traidores… Pero también de adelantadas, de intempestivas, de genialidades ocultas en las segundas o terceras filas de un partido. Obviamente, esto significa que las figuras seleccionadas no pertenecían, generalmente, a los círculos de la cultura oficial. Esto último nos exigió prestar una atención especial a aquellas figuras que, más fuera que dentro de la universidad, tradujeron su imaginario político en propuestas jurídicas concretas, no ya con suma originalidad frente a lo que era el constitucionalismo dominante, sino además con un rigor inaudito.
“Son personajes que, literalmente, se salieron. Esto quiere decir que hay biografías de tránsfugas, de conversos, de traidores… pero también de adelantadas, de intempestivas, de genialidades ocultas en las segundas o terceras filas de un partido”
¿Qué personajes te han llamado especialmente la atención?
Es imposible destacar unos cuantos. El libro reúne las biografías de personajes tremendamente originales. La mayoría atravesó por peripecias vitales extremas. Los hubo que guardaron una lealtad sagrada a sus ideas republicanas pese a las evoluciones típicas, como Félix Gordón Ordás... Y hubo quienes atravesaron fases de pensamiento y sentimiento sometidas a giros bruscos, como José Antonio Balbontín, Ubaldo Romero de Quiñones, Gonzalo Nardiz... Hubo ateos que terminaron sus días siendo católicos a ultranza, católicos que acabaron renegando del dogmatismo religioso, espiritistas y místicas que llevaban la razón por bandera. Y algunos personificaron el puente de plata, o la metamorfosis, entre ideologías burguesas y obreras. Es difícil escoger entre tanta autenticidad.
Esta galería no olvida el papel de la mujer con personajes como la espiritista Amalia Domingo Soler, Rosario Acuña o Guillermina Rojas. ¿Cómo fue su contribución al movimiento?
Las dos primeras reflejan el nexo entre feminismo y espiritismo. En particular, Amalia Domingo encarna además el perfil de mujer andaluza de origen humilde, maltratada por la vida, la eterna emigrante que al final obtiene su victoria. Junto a Rosario de Acuña, ésta sí de familia burguesa, firmó el famoso “Manifiesto a las mujeres del siglo XIX”. Guillermina Rojas fue una de las voces más osadas de la Internacional en un momento grave de represión. Ella refleja el nexo entre feminismo y obrerismo.
En general, creo que todas ilustran dos aspectos de interés. En primer lugar, la fortaleza de las mujeres en la cultura republicana pero, simultáneamente, sus problemas de integración en el movimiento republicano. Quizá por ello nunca se adscribieran a ninguna de las corrientes del republicanismo de manera determinante. Eran republicanas y como tales llamaban la atención sobre las injusticias específicas que padecían las mujeres en el sistema capitalista y católico de su tiempo. Esa valentía las llevó a padecer las denigraciones de fuera y el desdén paternalista de sus compañeros. En este sentido, creo que destacaría que estas líderes femeninas fueron pioneras en la lucha contra las miserias patriarcales y las contradicciones de los hombres de la “libertad, igualdad y fraternidad”. En segundo lugar, Domingo, Acuña y Rojas ponen de relieve el vínculo entre la opresión de las mujeres y la opresión de la clase trabajadora, su dependencia mutua y, lo que era clave para ellas, la necesidad urgente de la República como régimen político y social que ofreciera una solución radical a esas realidades.
"Las líderes femeninas Amalia Domingo, Rosario de Acuña y Guillermina Rojas ponen de relieve el vínculo entre la opresión de las mujeres y la opresión de la clase trabajadora, su dependencia mutua y, lo que era clave para ellas, la necesidad urgente de la República como régimen político y social que ofreciera una solución radical a esas realidades"
El libro también deja patente el decisivo papel que tuvo el movimiento republicano andaluz. ¿Qué importancia tuvieron los aportes doctrinales que realizaron algunas figuras de la Andalucía del ochocientos y novecientos como Roque Barcia, Ramón Cala o Rafael Castejón?
Decisiva. Sólo tiene parangón con el peso de Cataluña. La historia del republicanismo y, por tanto, de la democracia, no pueden entenderse sin la acción del republicanismo andaluz y, es más, sin la historia propia de Andalucía. Algunos de los episodios más relevantes de la lucha por la República fueron andaluces. Con esto quiero transmitir dos ideas. Por un lado, que tuvieron lugar en este territorio meridional. El Trienio liberal y el Sexenio revolucionario comenzaron aquí; aquí, también, fue donde la Revolución regional-cantonalista ventiló su desenlace trágico. Andaluz fue el escenario. Por otro lado, me refiero a que dichos episodios fueron promovidos, al norte o al sur de Despeñaperros, por personas y grupos andaluces. Por ejemplo, el proyecto de Constitución federal de 1873 es obra de Emilio Castelar, patricio gaditano, mientras que los proyectos alternativos que le salieron al paso también fueron obra de republicanos andaluces, como Roque Barcia o Ramón de Cala, incluidos en el repertorio. Andaluz fue el sujeto.
En este sentido, la obra colectiva contribuye a poner de relieve el importante papel desempeñado por el movimiento republicano andaluz en el marco del hispano y, en particular, los aportes doctrinales y práctico-políticos que realizaron algunas de las figuras de la Andalucía de los siglos XIX y XX al proyecto republicano. No era éste su objetivo, ciertamente, pero sin duda es una de las conclusiones que se desgajan del ejercicio de análisis y recuperación biográfica que han realizado los autores y autoras que participan en "Activistas, militantes y propagandistas".
“La historia del republicanismo y, por tanto, de la democracia, no pueden entenderse sin la acción del republicanismo andaluz y, es más, sin la historia propia de Andalucía. Algunos de los episodios más relevantes de la lucha por la República fueron andaluces”
También una amplia parte de los personajes seleccionados fueron, además de militantes republicanos u obreristas, profesionales del Derecho como es el caso de Enrique Martí Jara…
En efecto, el aporte de los pensadores iuspolíticos a la vida y el espíritu del movimiento republicano es un aspecto poco estudiado. Enrique Martí Jara, catedrático de derecho político en la Universidad de Sevilla durante la resaca crítica de la Restauración canovista, fue el principal padrino político de Azaña y sentó las bases doctrinales de un constitucionalismo republicano acorde a las tendencias europeas que no desdecía, sino que asumía, la herencia histórica del republicanismo ibérico.
Se ha tendido a estudiar los grandes nombres del republicanismo, los grandes políticos y los grandes catedráticos. Pero hubo un caudal de intelectuales en el sentido pleno de la palabra, que cabalgaron entre la universidad y otros centros de instrucción extraoficiales (como la Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva o el ateneísmo), sin cuyos itinerarios y doctrinas no puede entenderse la historia de la República. Parte de esta intelectualidad cultivó las leyes, ya fuera porque la estudiasen con una perspectiva crítica o porque ejerciesen como abogados comprometidos, si no por ambos motivos. Nuestro libro ha pretendido proporcionar algunas teselas a ese vasto mosaico todavía por construir, que afecta sobre todo al sector de los juristas.
Precisamente este libro se enmarca dentro de las actividades por el quinto centenario de la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla y ha contado con la participación de destacados autores de este centro como el catedrático de Historia del Derecho, Jesús Vallejo…
Así es. Me parece un acierto rotundo por parte de la facultad, ya que realza la riqueza de su historia en un momento en que el futuro de lo público parece increíblemente pobre.
En el libro han tomado parte algunos autores de la Facultad de Derecho de la US. Jesús Vallejo, catedrático de Historia del Derecho, ha tenido la gentileza de aportar un fino trabajo sobre un jurista fundamental de los años treinta, aunque olvidado, González López. También Enrique Roldán Cañizares es miembro de la casa, al igual que yo. Su estudio saca a flote la vida de un republicano revolucionario, Balbontín, escurridizo en la memoria sevillana. Por mi parte, opté por revisar una figura, la del jurista partisano Martí Jara, que trabajó durante un tiempo en nuestra facultad. Gracias a Athenaica y el impulso de algunos de sus directores, como los profesores de la Hispalense Sebastián Martín y Víctor J. Vázquez, pudimos rescatar su obra “El Rey y el Pueblo”. Aparte de eso, los tres compartimos mucho: espacio, ideas, compañeros y maestros. Hay mucho aire andaluz, por tanto, e hispalense, en el trabajo. Casa bien con los vientos traídos de todos los puntos de la Piel de toro por el conjunto de autores y autoras.
“Son biografías de personajes tremendamente originales. La mayoría atravesó por peripecias vitales extremas. Hubo ateos que terminaron sus días siendo católicos a ultranza, católicos que acabaron renegando del dogmatismo religioso, espiritistas y místicas que llevaban la razón por bandera. Y algunos personificaron el puente de plata, o la metamorfosis, entre ideologías burguesas y obreras”
En ese sentido, ¿cuál ha sido el denominador común para la elección de autores?
Si hay algún autor que no destaca como la persona más autorizada para hablar de su retratado es porque, sencillamente, es necesaria esta obra para que pueda considerársele como tal. Dicho de otro modo, algunas de las biografías entran en el terreno de la más estricta primicia. Además, los coordinadores quisimos empaparnos un poco de la libertad que caracterizó a aquellos republicanos del pasado. El objeto de estudio debía configurar de alguna forma al sujeto de la investigación. De ahí que decidiéramos no circunscribir la elección de autores y autoras a la esfera académica y, por supuesto, no premiar a ninguna escuela ni secta de las que allí existen.
¿Qué queda de ese movimiento en el siglo XXI?
Muy poco. La dictadura franquista se edificó sobre un exterminio de humanidad: de personas y, también, de ideas. Se produjo lo que algunos antropólogos llaman un “epistemicidio”, pues con aquellas personas que fueron asesinadas, exiliadas o defenestradas, se secó un río inmenso de saberes y conocimientos. Ciertas culturas políticas y tradiciones jurídicas, republicanas, obreristas y regionalistas, sufrieron un tajo difícil de reparar. Y después vino un páramo intelectual que duró cuarenta años. Pero está claro que hubo algunas voces en el desierto, como vemos en la parte final del libro.
“Se ha tendido a estudiar los grandes nombres del republicanismo, los grandes políticos y los grandes catedráticos. Pero hubo un caudal de intelectuales en el sentido pleno de la palabra, que cabalgaron entre la universidad y otros centros de instrucción extraoficiales (como la Institución Libre de Enseñanza, la Escuela Nueva o el ateneísmo), sin cuyos itinerarios y doctrinas no puede entenderse la historia de la República”.
¿Por qué era necesario hacer este libro? ¿Qué aporta este proyecto?
Confío en que el libro haya conseguido cumplir su propósito: desplegar sobre la mesa un mapa más complejo del que habitualmente nos sirve para aproximarnos al republicanismo. El republicanismo de los siglos XIX y XX estaba lleno de gramáticas diversas, de diferencias que rayaban lo contradictorio, de valores poliédricos y, en fin, de idiomas distintos. Hubo multitud de sensibilidades. De tono plurinacional. De fe religiosa. Y mujeres. Hubo mujeres. Todas compartían un horizonte de derechos y virtudes que, hoy, seguimos llamando República.